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Amar a un ser humano es
atreverte a expresar el cariño espontáneamente
a través de tu mirada,
de tus gestos y sonrisas,
de la caricia firme y delicada,
de tu abrazo vigoroso,
de tus besos...,
con palabras francas y sencillas;
es hacerle saber y sentir
cuánto lo valoras por ser quien es,
cuánto aprecias sus riquezas interiores,
aún aquellas que él mismo desconoce;
es ver su potencial latente
y colaborar para que florezca la semilla
que se encuentra dormida en su interior;
es hacerle sentir que su desarrollo personal
te importa honestamente,
que cuenta contigo;
es permitirle descubrir sus capacidades creativas
y alentar su posibilidad de dar todo el fruto que podría;
es desvelar ante sus ojos el tesoro que lleva dentro
y cooperar de mutuo acuerdo
para hacer de esta vida
una experiencia más rica y más llena de sentido.